¡Que solo esta el faro
en lo alto del acantilado!,
al que nadie va a visitarlo
en los días de tormenta,
cuando el mar se encrespa
y sopla el aire enfurecido
silbando entre las rocas.
¡Que solo esta el faro
en lo alto del acantilado!,
sobrevolado por gaviotas
en el espejo del océano,
como barcos veleros
empujados por el viento.
¡Que solo esta el faro
en lo alto del acantilado!,
viendo navegar los barcos
en busca de los derroteros
que los lleven a buen puerto.
¡Que solo esta el faro
en lo alto del acantilado!.
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