Célebre frase, recuerdo,
que aunque tosca
expresada con sentimiento
y en el justo momento
mantuvo a raya
a los indiscretos
e increpó a los molestos,
sin faltar al respeto
con la elegancia del oportunismo.
Señor actor
y querido escritor,
era un hombre cultivado,
elegante y educado
que hizo grande la profesión
la cual fielmente interpretó.
Admirado por los amigos,
envidiado por los compañeros
y odiado por su mal genio
era fiel así mismo,
hombre enérgico
que gritaba a los cretinos
sin reservas
¡A la mierda!.
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