A la luz de la vela
en la nostalgia de la noche,
todos se sientan en armonía
a charlar como todos los días,
con un vaso de sidra.
Comentan, ríen y juegan a las cartas
los vecinos de toda la vida,
amigos de la niñez
que disfrutan de la tertulia;
un ritual que se repite
las jornadas de liturgia.
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