absorto en el infinito,
con los ojos vueltos
y la piel pálida.
La tensión se palpa
y el cuerpo se bloquea,
mientras en la mirada
el terror se refleja.
El corazón se acelera,
el sudor recorre la espalda,
un nudo bloquea la garganta
y ahoga la voz.
Un dolor intenso en el estomago
y la piel erizada,
hace palpable el miedo
que a la persona paraliza.
Aterrorizada huye
sin moverse,
mientras la muerte
la seduce.
Lo único es sucumbir
al deseo de morir,
esperar el fin
sin poder huir.
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Un Saludo,
Invisible.