La percepción del cuerpo
rige las sensaciones térmicas,
que sufre en cada momento
por el influjo del tiempo.
Transita cada centímetro
como un escalofrío en invierno
que invade nuestro cuerpo
sin previo a viso,
no pidiendo permiso.
El calor zaino
nos hace prisioneros
de nuestras propias necesidades,
incurriendo en las endébleles
de ser animales.
El sopor y el escalofrío,
indicador de sensaciones
de calor o frío;
síndrome medioambientales
o premonitor de enfermedades.
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