El amor tendió los tentáculos
y la complicidad tejió el engaño,
juntando furtivamente a dos enamorados,
incapaces de estar separados.
Desgraciada al estar casada
con el hombre a quien engaña,
llora desconsolada,
hundida por la culpa.
Mientras suspira por otro hombre
que asió con zalamerías la llave de la caja fuerte ,
oculta en su pecho,
ultrajando al descuido
los sentimientos escondidos.
Con mentiras y dolos el amor florece
marchitándose igual que como viene,
quedando el vacío agrío del desengaño,
y el amargo sabor del yerro.
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