Marchitado el amor
creció la autoestima
floreciendo entre las espinas
una hermosa flor,
brillaba cada mañana
con purpurina cristalina
de gotas de agua
haciendo que resplandeciera
con la luz del sol,
hermosa como ninguna
alcanzó el cénit
de su esplendor.
Cortada en un jarrón
la belleza se mustió
y la flor seca,
triste y sin amor
murió petrificada
en el salón.
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