Sin recuerdos ni memoria
el río roba la noción del tiempo
y envuelve en murmullos
el pensamiento,
sosiega la mirada
en las cristalinas aguas
y refleja en el espejo líquido
las imperfecciones del alma,
llevando con la corriente
las tensiones diarias.
Disfruta la jornada
en compañía solitaria
que pone a prueba la habilidad
en el arte de la pesca,
mientras reta a la trucha
que le dificulta la faena,
pulso que culmina con la captura
y suelta de la presa,
satisfecho por un buen día de pesca.
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