En estado contemplativo
en armonía con el entorno
y en paz consigo mismo
un hombre mayor
disfrutaba de un día de domingo,
viaje espiritual
que hacía a la orilla del río,
sentado a la sombra de un pino
con la mirada perdida al infinito.
Sentía desde lo más profundo
los sentimientos de la madre naturaleza
y bajo sus pies crecer la hierba,
todo su cuerpo canalizaba la energía
y su piel era sensible a los cambios
inapreciables para cualquiera,
sabia sin estudiar mirar las estrellas
y leer el tiempo
apreciando los leves cambios de la meteorología.
Era sabio
y no sabia de nada,
era feliz
y no tenía posesiones,
era un hombre
hasta que se convirtió en pájaro,
era naturaleza
que volvió a la madre tierra.
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