La hermosura de la lectura
radica en la simplicidad del hecho
y reconfortante fruto,
íntimo gesto
que tiene como cómplice el silencio,
amigo del alma
saborea las mieles reconfortantes
de la satisfacción personal.
Abstrae la persona del tiempo
y el momento,
permite imaginar más allá de la consciencia,
reconforta en la adversidad
mientras describe con palabras
la sencillez de la vida.
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