La rutina se va apoderando de nuestras vidas, el trabajo y las responsabilidades enturbian una época que lentamente transcurre dando paso al cambio de temperatura. Nuestro atuendo deja paulatinamente las mangas cortas y los zapatos, sandalias para dar lugar a las chaquetas de entretiempo y la ropa de manga larga.
La oscuridad se apodera poco a poco del día, alejando la luminosidad que mostraba la alegría de las gentes latente en el colorido de sus ropas, para dar paso a días apáticos donde los atuendos van apagando su viveza para mostrar la seriedad y la rigidez en sus colores.
La gente con suma precisión y sin previo ensayo camina al compás, siguiendo un ritual que día a día muestra el fin de la anárquico verano, para dar paso a la disciplina férrea de la jornada laboral del otoño.
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