De forma anónima vivo, nadie me tiene en cuenta porque no importo, trabajo para vivir mientras sin estar muerto sepultado en vida arranco con mis manos el fruto de mi esfuerzo con la única ilusión de terminar una jornada más sin perecer en el intento.
No busco fama, pero salimos en las noticias y llenamos las cronológicas, sólo pienso cuando será mi hora. Mientras en casa la familia se pasa el día rezando, esperando una noticia o simplemente el regreso al hogar, que se celebra cada día como si fuera el último. Pero la tensión se respira en el aire y a veces cansado me cuesta respirar, la garganta seca, un nudo permanente ata el estomago, pido al señor que no me haga regresar al infierno; pero cada día vuelvo porque tengo que dar de comer a mi familia.
Después del trabajo voy al bar a charlar con los compañeros, allí para olvidar seguimos hablando de trabajo, mientras bebo una pinta de vino. En la televisión otro compañero ha caído, abandonamos nuestro único rato de asueto para ir en rescate de nuestros amigos, no sabemos cuando nos tocara.
Después de horas incansables de trabajo salimos con un par de cadáveres, las lágrimas bañan mi cara y la impotencia enturbia mi corazón, agotado sin mediar palabra con semblante serio, apagado y cabizbajo me voy a casa a descansar porque en un par de horas entro a trabajar.
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