Surcan los caminos
entre valles y ríos
adoquinados con musgo
humedecidos por el rocío,
huele el ambiente enmohecido
por los troncos en descomposición
y las hojas caídas en primavera,
secas y en podredumbre.
Los pasamanos de madera
abarandillan las escaleras
desgastadas de transitar
tapadas por la hierba,
orilladas por los zarzales
en flor adornan los caminos
con verde colorido
y dibujan la estampa norteña,
los montes como sierras
cortan los cielos con escarpados picos.
El agua mana de los cielos
y fluye por las laderas de los montes
con la inercia de la gravedad,
alimentando las plantas que cubren las laderas
y crean embalses naturales en las hondonadas,
lagos de montaña;
espejos del firmamento donde se reflejan
los astros que coquetean
en sus cristalinas aguas.
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