El viento encrespa el mar
y riza las aguas
de verde cristal,
ondulados movimientos
que mecen la barca
con suaves balanceos,
camino al mar abierto
entre el azul del cielo
y esmeralda del océano.
Las olas ondas de pelo
mecidas al viento
y la brisa el frescor del aliento
que sopla en el rostro,
curtido al sol del pescador
que encomienda su vida a los designios,
sabedor de los caprichos del destino.
El salitre, sabor salado de los labios
que vuelve áridas las manos,
y el frío, la humedad que cala hasta los huesos,
entumeciendo el cuerpo
cansado del viejo marinero.
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