Las dudas me atormentan
a todas horas y la felicidad me abandona,
el color torna en tonos grisáceos
y la alegría se borra del rostro
sin poder evitarlo,
no duermo y cuando lo hago
la intranquilidad inunda los sueños.
El azul del cielo se convierte en grisácea tormenta
y los rayos del sol en blanquecina luz
filtrados por la espesura de la masa nubosa,
convirtiéndose en chubascos
que inundan de infelicidad el día,
arrebatando la alegría
que resplandece con el despertar diario.
Nada cambia hasta que un rayo de sol
brilla a través de la espesura de nubes
que imposibilita que seamos felices,
luz que sobresale alegrando el día
con el candor de los buenos sentimientos,
volviendo los despropósitos del inconformismo
en meros pensamientos que se desvanecen
cuando estamos juntos.
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