Al nacer tuve un regalo
que jamás habría imaginado
porque la flor de mí vida había eclosionado,
caminos distintos y separados
confluyeron bajo el mismo firmamento,
alianza de las estrellas
dibujaron en el libro del destino
los designios que estaban escritos.
Regalo divino
más bonito que el cielo
y con tanta luz como el sol
estaba a punto de iluminar
con amor otra vida,
¡Si señor, la mía
a pesar de envidias
y desgracias!.
Nada podría separar
el amor incondicional
de dos almas siamesas,
alejadas al nacer
y después unidas
para juntas yacer,
amándose por siempre.
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