Llena las manos de arrugas,
la voz se acentúa
y la mirada se vuelve profunda,
sosegado camina sin prisa
ajeno al tiempo
que transcurre libre de horarios
regidos por los ciclos diarios.
El placer es hacer
y descubrir la belleza diaria
en los quehaceres cotidianos
sin esperar nada a cambio,
satisfacción que llena de actividad la vida
y despoja la mente de dudas,
centra el carácter mientras forja la persona
que hace pequeñas cosas
sumido en la rutina
feliz por el presente que le toca vivir.
Ajeno a las preocupaciones monetarias
tiene lo justo para subsistir
y no necesita más para ser feliz,
generoso con los extraños comparte,
da sin pensar en el mañana
sin miedo a perder lo que tiene
que gana con el sudor de la frente.
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